9.9.14

¿Es cara o barata la moda de una diseñadora?



Por extraño que pueda parcer, este post es también hablar de moda. De la de verdad. Porque la moda para mí es un estado de ánimo constante. 'Desde que me levanto hasta que me levanto al día siguiente', he dicho en alguna de las entrevistas que últimamente me han hecho. Y claro, como estado de ánimo, hay altibajos. Esos altibajos no dejo que me afecten a la creación, al diseño, y si lo hacen que sea para canalizarlos positivamente y poder crear historias que contar con ellos. Además, no es agradable visitar un lugar en el que se cuentan cosas tristes o negativas, por eso, principalmente es por lo que no me gusta contar penas. Bueno y porque las penas están ese trocito de uno mismo de lo más íntimo, las parte más privada. La que compartes con tu almohada y las que callas para siempre.


http://vimeo.com/94826375


Una constante en este mundo es el no parar, el investigar constantemente, el luchar, en el sentido más práctico de la palabra; y no luchas más por ser el mundo de la moda y no el de la fabricación industrial de tornillos de acero: Luchas como todo el mundo, por hacer de tu trabajo tu pasión, por hacer tu pasión tu forma de vida. Ni más ni menos.

En estos momentos todos sabemos que las grandes cadenas low-cost han hecho tambalearse los cimientos de la industria tal y como la conocíamos. La democratización de la moda es un hecho, un hecho positivo para el consumidor, que tiene derecho a obtener lo que desea, lo que los grandes diseñadores ofrecen y lo que esos grandes diseñadores inventan y dictan, hasta el punto de casi-obligar a los de a pie a llevar y que era algo que hasta hace algunos años solo formaba parte de los sueños delante de un espejo para muchos de nosotros (lo digo como consumidora, no como diseñadora), lo que veíamos en las pasarelas de las grandes capitales de la moda. Pero ahí ha sabido estar la industria 'low-cost'; en eso se han basado los modelos de negocio de las multinacionales 'fast fashion'. Antes en Elle había una sección que me encantaba, que se llamaba 'Los dioses proponen y tú dispones' y que antes de la era blogger y streetstyle, era la que servía para que las lectoras cogiésemos los tips para poder disponer lo que los grandes diseñadores proponían. Y eso justamente es lo que han hecho las grandes cadenas: disponer lo que los diseñadores han creado desde su pedestal y acercarlo a todos. 

Lo que los diseñadores proponen: pero los grandes diseñadores, los directores creativos de grandes casas de moda francesas que son como multinacionales. Esos que son conocidísimos en las revistas y las mega-semanas de la moda. No Los Diseñadores, a los que nos meten en un mismo saco y no sabemos por qué muchas veces. Porque eso nos ha dejado en una posición muy débil. Muy muy débil. Nos ha dejado fuera de la competencia. Nos hace no poder competir en igualdad de condiciones, porque nos ha colocado en mitad de todo: no somos grandes cadenas pero somos diseñadores y tenemos que pagar a nuestros proveedores a precio de diseñador, pero no somos mega-diseñadores de una maison (multinacional también) así que no podemos producir como las grandes cadenas ni poner los bajos precios de las grandes cadenas para que nuestra clientela no nos vea caros: Justo eso nos hace estar muchas veces fuera del mercado real. Desvirtualiza nuestra imagen a los ojos del consumidor. Caros hasta el infinito. Lo sabes cuando ves sus caras. Incluso me atrevería decir, que muchos piensan que somos prohibitivos.



No voy a entrar demasiado en la tan manida forma de producción, en los sueldos míseros de personas en el confín del mundo que trabajan en codiciones cuasi-infrahumanas, en los daños derivados al medio ambiente, y en todo eso que ya todos sabemos. Pero que no entre no significa que no haya que obviarlo: que está ahí, aunque muchos no lo quieran escuchar. Porque, que no se nos olvide, consumidores de fast fashion: para tener prendas en casi cualquier esquina del mundo en menos de una semana a menos de 100 euros, hay que bajar muchos los precios de los que las hacen. Para que tú ganes en bajo precio otro tiene que perder en trabajo digno y una empresa sub-sub-subcontratada está seguro contaminando algún acuífero con vertidos incontrolados. Pero claro, ese vestido solo me ha costado 19,90. No entro mucho más porque no conozco esa forma de trabajar, porque por suerte yo no produzco así, porque mi ropa se confecciona aquí, a mi alrededor, se diseña por mí en mi atelier y la hacen profesionales de su trabajo, personas formadas con sueldos apropiados y manos adultas.

Así que de pronto piensas, te detienes un segundo y comienzas a cuestionarte hacia dónde vas, hacia dónde va todo ésto, la velocidad que coge y si donde te lleva es donde tú realmente querías ir. Te cuestionas hasta si las dudas que surgen son legítimas. Dudas de si realmente lo que haces, es caro. Que 'por dos duros, lo compras en X'. Pues quien dice eso, se equivoca: lo que yo hago no lo compras por dos duros en X:  un vestido de Balbina Arias, es una prenda única, mimada hasta el extremo, manufacturada por personas cercanas, de forma justa y coherente. Un vestido de X, sin embargo, es solo un ejemplar de entre miles iguales. Miles.

Esas críticas hacen mucho daño a alguien como yo, que se sabe  sensible y que vive de ver la belleza a su alrededor, de una historia y que su deseo es plasmarla en un vestido. Por eso te guste o no, tienes que estar por encima de esas críticas sin fundamento. Y entender la libertad del consumidor. Y aceptarla. En toda su ignorancia sobre cómo funciona esta industria. Libertad, capacidad de decisión. E ignorancia. Qué se le va a hacer.




No se trata de buscar culpables. No es cuestión de señalar con el dedo ni a las grandes cadenas ni a los clientes, que una día fueron potenciales y ahora se encuentran en distinta órbita a la nuestra. Se trata de decir en voz alta que se ha creado una barrera intangible que a veces parece que es insalvable, y que todos lo sepan.

Una persona a la que quiero mucho me dice 'never complain, never explain, never apologize'. Por eso no estoy tratando de justificarme: estoy reflexionando en voz alta. Los altibajos son momentos en los que piensas, ¿hacia dónde va todo ésto? ¿tiene sentido recorrer el camino marcado, si es un camino que está demostrado ya no conduce hacia donde conducía hace unos años? Así que hablar de incertidumbre es hablar de moda también, ya véis. Crisis, idas, venidas... llamadlo como queráis, pero lo cierto es que el mercado ha cambiado. Que el consumidor ha cambiado es una realidad.

Ahora es el momento de reafirmarme en mi camino. De apostar a caballo ganador contra esas incertidumbres. De aprender a convivir con esa competencia, a veces desleal, tratando de ser fiel a mi esencia, a mi forma de entender la moda. Porque quiero seguir contando historias. Quiero seguir creando y yo también quiero pensar que sí que se puede.  Quiero que el consumidor sepa que no, que los diseñadores no somos caros. Es cuestión suya en qué decide emplear su dinero, por supuesto y como diseñadora respeto esa decisión al 100%. Pero cuando lo haga, que sea teniendo toda la información.


http://vimeo.com/94826375


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